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viernes, 1 de noviembre de 2013

Gracias Claudia por elegirme como madre.

El inesperado frenazo del tren me despertó, levanté con inquietud la cortina de la ventana y pude contemplar como las vías se unían para formar una sola. Me acerqué a Claudia, mi mano acarició su mejilla infantil para cerciorarme de que dormía placidamente. De repente se me agolparon los recuerdos bañados de una espesa melancolía , sentí unas razones imperiosas de recordar como llegó al mundo mi hija, como su llegada cambió mi vida.

El día que nació fue un día mágico, todos los astros se alinearon para dar la bienvenida a un ángel, un ángel que el cielo había enviado para hacerme mejor persona, para hacerse cargo de iluminar las vidas  de muchas personas. Empecé a amarla mientras crecía en mi interior y estuve convencida cuando la vi nacer de que no habría nada en este mundo más puro que mis pensamientos hacia ella, nada que pudiera superar ese amor incondicional que sentía por esa personita.
Fue tan especial, que sólo ella fue capaz de hacer llorar a los dos hombres de mi vida en el mismo instante, ese instante mágico que la matrona lo hace vulgar cuando enseña a tu hija por un etéreo cristal, mientras la coge del cuello como a un conejo. Ese momento en que el padre y los abuelos les encantaría matar a esa matrona por como esta sujetando a tu hija recién nacida.
Ha sido más fuerte que mis vicios, sólo el amor que sentí por ella produjo en mi una sólida inyección de voluntad para dejar de fumar. No quise que nada empañara ese amor, ni la más mínima adicción a la nicotina. Sólo una persona tan especial como ella hubiera sido capaz de ayudarme en ese difícil camino.

La lluvia volvió a golpear con fuerza la ventana y de repente mis recuerdos volvieron a clausurarse. Las comisuras de mis labios se estiraron moldeando una dulce sonrisa sin dejar de mirarla. Ahora ya tiene 8 años, y a mi juicio es una persona maravillosa, con cualidades únicas, con afán de ayudar a los más desfavorecidos, amante de los animales y con unos valores que su padre y yo le hemos arraigado desde muy pequeña. Mi ángel ha crecido pero sigue siendo el amor de mi vida, mi ilusión al levantarme, la que me hace mejor persona, la que saca lo mejor que hay en mi, en fin lo más fuerte e increíble que me ha pasado en mi vida.

                                                                   

Este post va dedicado a ella hizo 8 años. Gracias hija por existir, por enseñarme a ver la vida con otros ojos, por elegirme como madre, por demostrar al mundo que pueden haber ángeles en la tierra y por regalarme la capacidad de amar como lo hago contigo. Te quiero.






                                                           


                                                             

                               



                                                                
















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